jueves, 20 de enero de 2011

Sobre la enseñanza del diseño de vestuario


Por principio, cuando a enseñanza se refiere y más en casos tan especializados como el vestuario escénico, el perfil del alumno es esencial.
El diseño de vestuario requiere de personas con corazón de niño y manos de artesano.De otro modo sólo tendremos a compradores de ropa con buen, mediano o mal gusto.

El vestuario escénico, a diferencia del diseño de modas que, por principio siempre cuenta con la presión de venderse para ser rentable, tiene a mi parecer, mayor libertad creativa.
Todo lo excesivo, loco, barroco, irreverente y desbordado que pueda llegar a ser un diseñador, encontrará un campo fértil en esta especialidad del diseño de modas.

Aunque es cierto que generalmente los presupuestos son limitados, (sobre todo en el medio teatral y cabaretesco);esta limitante opera a la manera inversa que en el caso del diseño de ropa casual, donde cada peso cuenta y presiona al diseñador, como en una carrera de ratas.
En el caso del vestuarista, el presupuesto y la funcionalidad de las prendas son sus limitantes a considerar, pero de algún modo alimentan la creatividad del diseñador, generando siempre nuevas opciones para resolver los proyectos.
Lo vistoso del vestuario radica en lo imaginativo, en la propuesta personal del diseñador, en su creatividad y bien vale decirlo, en su locura desbordada.

Es difícil enseñar esta disciplina a personas de mente cuadrada, poca audacia propositiva, que carezcan de entusiasmo o que al primer obstáculo suelten la toalla. El mundo del vestuario es una carrera de obstáculos contra reloj; pero es un mundo maravilloso donde cobran vida personajes literarios inexistentes, héroes históricos o criaturas fantásticas, que apoyados con el talento actoral, son vestidos por nuestra creatividad y trabajo minucioso.

Es por estas razones, que hay pocos vestuaristas, y menos aún, buenos, formales y dedicados a este oficio. La pasión no puede enseñarse, pero puede transmitirse a personas que no le teman a lo complejo y a lo difícil, y que vean el lado hermoso, que yo misma le veo, al vestuario: el lado de las posibilidades creativas ilimitadas y la enorme satisfacción personal, de la cual se alimenta el espíritu creador del diseñador.

Por el otro lado, el perfil del docente también es importante. Por principio, no todo aquel que mucho sabe de un tema, lo sabe transmitir. Y, en segundo lugar, no todo el que mucho sabe, lo quiere compartir sin recelo.

Por alguna extraña razón, he conocido a personas con ese perfil dentro del mundo del diseño de modas: gente que sabe pero no comparte.
Sin caer en lamentos o argumentos demasiado complicados, considero esencial la cualidad de la generosidad intelectual en CUALQUIER docente.

Lo contrario lo tomaría yo como miedo, a ser superado después por el propio alumnado, que bien podría convertirse en competencia directa. Pura inseguridad, en cualquier caso.

Nada nos cuesta a los docentes el transmitir información y tips a nuestros alumnos. Unos los aprovecharán más que otros, pero no está de más el compartirles lo que hemos aprendido. Ya aprenderán ellos después más cosas, derivadas de sus propias experiencias.

A final de cuentas, esos alumnos serán de algún modo, nuestros hijos intelectuales.